lunes, 26 de noviembre de 2012

El infierno canarinho

Al viejo circuito alemán de Nurburgring, un tricampeón como Jackie Stewart lo bautizó hace ya algunas décadas como el 'Infierno Verde' -'Green Hell'-. Al escocés le ganó el corazón cada milímetro de ese trazado en medio del corazón del bosque, una caja de sorpresas. Y quien dice que otro tricampeón, este recién coronado, como Sebastian Vettel no hace lo propio con Interlagos después de la odisea que vivió para atrapar su tercer cetro. El 'Infierno Canarinho' esconde chaparrones tras cada curva, atenaza los sedosos guantes de cualquier aspirante al trono y concede oportunidades a todo aquél que no le muestra temor. Fernando Alonso apenas torció el gesto y luchó por el milagro hasta la orilla en medio de la tempestad. Sólo Jenson Button se interpuso entre él y esa corona que se le escapó por tres puntos. "Ha sido una lucha hasta el final, como sabíamos que iba a ser. Ha sido una carrera con todo, incluso con ingredientes de drama", admitía con ese extraño sabor que genera una enorme carrera sin premio. Su podio número 13 del curso sobre 20 carreras disputadas. Con aquel maldito arranque de Suzuka latiendo intensamente en su cabeza. Quizás ahí o quizás en Spa se apagó la luz que ha tratado de mantener encendida hasta Brasil. Sabedor de que sólo los grandes sobreviven a clásico infierno que la mezcla imprevisible entre el agua y el asfalto reservan a sus invitados. No le tembló el pulso al asturiano, que nada tenía que perder. Navegando en esas situaciones límite que domina como pocos. Un aspecto que a Vettel aún le falta por pulir. "Fue la carrera más difícil de mi trayectoria", aseguró casi resoplando el alemán, después de 71 vueltas de pavor, dudas y tensión. Más de 300 kilómetros atenazado a una calculadora. Tiritó en la salida como nunca antes lo había hecho esta temporada. Una estampa similar a la que Lewis Hamilton en 2007 -el año en que el novato pulsó el botón equivocado- y 2008 protagonizó en otra entrega de la intrigante saga que acostumbra a deparar el circuito de Interlagos en cada final de fiesta. "Nunca creí que todo estuviera perdido. Pero no sabía hasta el final si alcanzaría", admitió 'Seb' tras coronarse tricampeón. Después de despertar a tiempo de la pesadilla de casi dos horas que vivió en Brasil. Bruno Senna estuvo a punto de dejarle KO en la cuarta curva, pero su indestructible Red Bull mordió el empapado asfalto para mantenerse con vida. Y desde la última plaza escaló el precipicio hasta la estela de Alonso. Sin alardes ni arranques de genio. Conservadurismo puro y duro. "Mantente en pista", le soltaban una y otra vez desde la radio del equipo. Porque los mismos nervios atacaron a la inmutable escudería Red Bull. Un paso precipitado por boxes le obligó a rectificar con una segunda visita al garaje para calzar gomas intermedias, después de que la lluvia volviera a sembrar el pánico. Mientras uno de los mecánicos trataba de destapar uno de los neumáticos para desesperación del alemán. Y escondido en la guarida del séptimo puesto aguardó a que la tempestad cesara. Cruzando los dedos en su 'cockpit' tras el abandono de Lewis Hamilton. El más férreo 'catenaccio' que se sostuvo gracias a la victoria de Jenson Button. La angustia cesó cuando el Force India de Paul Di Resta besaba el muro y el 'safety car' tomaba el mando. Punto final de las ínfimas esperanzas de Alonso y la confirmación del tricampeonato de Vettel que Schumacher, el día de su despedida, certificó con un abrazo. "No me iba a interponer en la lucha por el campeonato", reconoció el Káiser tras dejar paso a la mayor amenaza para su imperio. A la altura de los Senna, Brabham, Piquet, Stewart y Lauda. Ese escalón por el que Fernando Alonso nunca perdió la fe. Desde Australia hasta Brasil. Es momento de descansar, ya habrá tiempo el próximo curso de ajustar cuentas. Quién sabe si será de nuevo en el 'Infierno Canarinho'.

Fuente de la Noticias: Noticias de España

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