sábado, 1 de diciembre de 2012

La vida, en Madrid, sigue igual

La vida de los derbis en Madrid sigue exactamente igual desde 1999. Gana el Madrid, pierde el Atlético. Ni la mejor trayectoria liguera de los rojiblancos en mucho tiempo, ni su buen color esta temporada, ni las ilusión ni su gente, ni Falcao sirvieron para poner en peligro la superioridad blanca en los cara a cara de la ciudad. Al primer golpe, la costumbre se impuso. [Estadísticas] Antes de el pitido inicial, ambos entrenadores demostraron su perfil especial, protagonistas los dos, con la sensación de que juegan y no sólo desde el banquillo. José Mourinho se quedó a medias en su duelo al sol con el Bernabéu, con los aplausos de los escasos espectadores que 40 minutos antes del inicio del choque pasaban ya frío en las gradas del Bernabéu. Enfrente, Simeone, buscando más el abrazo que el reto. Su maniobra matutina, tan atrevida como tribunera, sirvió para enardecer los ánimos de su afición, con esa sesión de estiramientos a puerta abierta que organizó en el Calderón. Entre bengalas y su puño cerrado, los suyos subieron de pulsaciones un poco más, aunque la buena situación en la Liga no requería muchos estímulos extras. Al contrario, tanta calentura dejó algo sobre excitado a su equipo en el césped, sobre todo Diego Costa, ariete contra todos y contra todo. Un bregador de primera el brasileño, delantero, defensa y pívot de baloncesto, todo en uno. Grande, con brazos como aspas de helicóptero, desquició a medio Madrid. Al que más, a Xabi Alonso. Casi siempre templado, el tolosarra sufrió bajo la sombra del atacante rojiblanco, encima de él cuando intentaba sacar el balón el equipo blanco. Su presión ahogaba al medio centro, pero Costa tenía para todos, porque en una extraño eslalon por l! a banda derecha, a trompicones, colocó un balón peligrosísimo al vértice del área pequeña. Allí, cómo no, Radamel Falco metió la puntita. Y Casillas, cómo no, sacó una mano salvadora. Fue la única buena ocasión del Atlético en una primera parte donde el segundo clasificado demostró su buen tono defensivo, su intensidad en la medular y las uñas del mejor nueve de la Liga. El fútbol enlazado es otra cosa, y parece que no va con las ideas de Simeone. Con el mejor enganche, Arda, anclado a la banda izquierda, ni Coque ni Mario Suárez creaban buen fútbol. Enfrente, un problema similar en el Madrid, pero con mejores soluciones. El Madrid tardó mucho aparecer por el ataque atlético con buen color. Con Ozil por desesperezar y Di María sin la finura del pasado curso, sólo Cristiano tiró de los suyos por la banda izquierda en paredes con Coentrao. A los 12 minutos, el crack portugués despegó los precintos del derbi con una fantástica falta lanzada desde 35 metros. Una inocente mano de Arda dejó el balón parado a Ronaldo, que optó por un disparo colocado, fuerte y en parábola, en vez de su repertorio habitual de obuses. Perfecto, el balón se coló en la portería de Courtois, portero que sueña con el luso. La última falta acertada en Liga por éste fue el pasado curso también al meta belga, en el Calderón. Ni perdió el sitio el Atlético ni cambió mucho el Madrid en una primera parte densa, con los rojiblancos en la lona sin haber merecido ni mucho ni poco. Casi por inercia, porque lo dice la historia, ganaban los de Chamartín. Al descanso, tras un leve manotazo de Ramos a Falcao, desplomado en exceso, los de Simeone se iban con mal gesto. Su malestar se incrementó, y con razón, al regreso. Entonces, el último campeón mejoró mucho, ya con espacios. Cristiano y Khedira rondaron la portería rival en sendos contragolpes, mientras en el otro extremo sólo Falcao parecía con la fuerza necesaria para frenar la terrible tradición atlética (desde 1999 sin triunfos en los derbis). Un disparo del colombiano fue la última sacudida de los suyos antes de que Ozil sentenciara la noche. En otra llegada franca, Cristiano buscó primero a Benzema y después al alemán, que en escorzo y con la izquierda batió a Courtois. 2-0 y escasa reacción del visitante, arrollado por la nefasta racha que arrastra en los duelos capitalinos, donde su ilusión se disuelve siempre últimamente en un nuevo disgusto. El Madrid, relajado ya, enlazaba sus mejores minutos al son de Benzema y de Ozil, flotando los dos por el borde del área atlética. Allí Cristiano dejó dos muescas en los postes. Primero en otra falta, ahora un misil a la escuadra y después en un remate ajustado tras finísimo pase de tiralíneas del mediapunta alemán. Mourinho, satisfecho, se sentó entonces para lanzar a Callejón al campo, en lugar de Di María, mientras Simeone se desgañitaba ante los suyos y ante un estadio que le tiene en su lista de malditos. Este sábado, su puño cerrado se quedó en la fría mañana del Manzanares.

Fuente de la Noticias: Noticias de España

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