domingo, 11 de noviembre de 2012

Qué hacer cuando un hijo sale de noche sin autorización de sus padres

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la adolescencia como una población de riesgo. Si a ello sumamos que ciertos espacios destinados a la diversión de los jóvenes incumplen los mínimos requisitos de seguridad, su tiempo de ocio se convierte en una verdadera ruleta rusa. Cada fin de semana supone una auténtica pesadilla para una gran mayoría de padres porque deben enfrentarse a que sus hijos, muchos a partir de los catorce o quince años, quieren salir de fiesta por la noche a pesar de la negación familiar. ¿Cómo actuar si desobedece y sale? ¿De qué manera convencerle de que no tiene una edad apropiada, aun cuando todos su amigos sí se van de fiesta? Lo cierto es que no hay recetas mágicas. Al menos así lo considera Sara Pérez-Tomé, directora del Gabinete de Orientación Sophya. «No obstante, los padres nunca deben tirar la toalla. Siempre tienen un cuarto de estar en casa para sentar a su hijo y explicarle que ha actuado mal y que debe cumplir! con la hora fijada de llegada. Ya no solo por los argumentos de que es menor y por su seguridad. Ni siquiera porque debe obedecer a sus padres —que ya es importante—, sino porque así viene especificado claramente en nuestro Código Civil». Se trata del artículo 155, que dice, entre otros asuntos, lo siguiente: «Los hijos deben obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad, y respetarles siempre». Muchos padres lo desconocen, y sus hijos más. Para Pérez-Tomé no está de más que los padres se lean este artículo e, incluso, que se los entreguen fotocopiados a sus hijos y se lo recuerden cada vez que salgan por la puerta sin permiso.Javier Urra, doctor en Psicología, añade que en el caso de que un joven decida saltarse las pautas de su padres y salga de noche «hay que dejarle claro que si es menor para trabajar, conducir, etc., también lo es para salir hasta ciertas horas. Es fundamental recalcar que la familia fija las normas porque los progenitores tienen la experiencia y la autoridad moral y legal de imponerlas». La directora del Gabinete de Orientación Sophya señala que en el caso de que salga en contra de nuestra voluntad hay que advertirle de que obtendrá un castigo —quitarle la paga, dejarle sin una excursión que le haga ilusión, una actividad extraescolar...— para que sepa que está cruzando una línea roja. «Pero hay que ser firmes y mantener! el castigo porque de lo contrario el menor no será consciente de que está actuando mal y tendrá un comportatiento reiterativo». Algunos padres solucionan el problema facilitando un teléfono móvil a sus hijos, pensando que así tienen todo bajo control. «Son unos auténticos ignorantes —añade Pérez-Tomé—. Pueden mentir, decir que no tenían cobertura, que lo han perdido... Esta táctica no sirve». Los padres no deben temer a sus hijos y entre las recomendaciones que les sugiere Javier Urra destaca la de pedir los número de teléfono de los amigos, y también los de los padres. «No hay que tener vergüenza en llamarles y saber dónde van, e incluso, acordar con los padres a qué hora regresarán. La mayoría de los jóvenes son razonables y entenderán esta decisión». Añade que la confianza se gana poco a poco y que no está de más dejarle en el sitio en el que haya quedado —sin que le vean sus amigos llegar acompañado para que no sea objeto de burlas! — y pactar a qué hora se va a ir a buscarle. «En el caso d! e que vu elva solo a casa, aunque sea a las dos de la madrugada, hay que avisarle de que estaremos despiertos esperándole para poder charlar con él sobre lo que ha hecho, lo que será de gran ayuda para observar en qué estado regresa».

Fuente de la Noticias: Noticias de España

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