sábado, 3 de noviembre de 2012

La necesidad del Leviatán | Economia

Barack Obama ganó las elecciones de 2008 sobre la base de la mayor expansión del Estado en EEUU desde los años 60. Lo inició George W. Bush y lo acabó Obama, cuando entre septiembre de 2008 y junio de 2009, el Estado de EEUU rescató al sector privado, sobre todo a Wall Street y a la industria del automóvil. Obama afronta las elecciones de 2012 sobre la base de otro rescate por parte del estado: el de Nueva York y New Jersey de la tormenta tropical 'Sandy'. La Biblia habla del Leviatán y del Behemoth como criaturas míticas, gigantescas y terribles. Posiblemente es la forma en la que los antiguos hebreos se referían a los elefantes y a las ballenas, en una época en que había esos animales en el Mediterráneo. En el siglo XVII, Thomas Hobbes habló del Leviatán para referirse al Estado: un monstruo que evite que lo peor de cada uno salga adelante y que la sociedad estalle en la anarquía. El Estado puede ser un Leviatán destructivo. Un ejemplo: ahora mismo se cumplen 50 años del Gran Salto Adelante, un intento de ingeniería social y económica en China para imponer un sistema colectivista en ese país. El resultado fueron 50 millones de muertos. Pero un Estado pequeño y eficiente es necesario. Un Estado que protege el bien común. Como con 'Sandy'. Como con los elefantes y las ballenas. Demasiados elefantes pueden arrasar un espacio natural (como Tsavo en Kenia o Chobe en Botsuana) pero, si la población no es excesiva, estos animales limpian de maleza la sabana, consolidan los lagos con sus pisadas. Las ballenas abonan el mar, y las algas cuyo crecimiento favorecen sus heces se 'comen' CO2. Mitt Romney, sin embargo, quería privatizar Fema, el servicio de protección civil de EEUU. El recuerdo de Fema bajo dirección republicana se resume en una sola palabra: Katrina. Al salvar a la economía de EEUU, Obama salvó en primer término a un grupo social: los financieros de Wall Street. La reacción de éstos, sin embargo, ha sido feroz. En 2010, Stephen Schwarzman, de Blackstone, que ha hecho una fortuna de unos 3.600 millones de euros comprando y vendiendo empresas, dijo que la intención de Obama de subir los impuestos sobre los fondos de 'private-equity', como el suyo (y como Bain, fundado y dirigido por Mitt Romney) es "como cuando Hitler invadió Polonia". Ese mismo año, Leon Cooperman (800 millones de euros de patrimonio) comparó a Obama con Adolf Hitler. En mayo pasado Cooperman suavizó un poco su posición: "El país más grande y más grandioso del mundo libre, puso a un tipo de 47 años que no había trabajado un día en su vida (...) . No es totalmente diferente de lo que Alemania hizo con Hitler porque los alemanes no estaban satisfechos con la economía. Obama no es Hitler, nunca quise decir algo así, pero es destacable que la falta de satisfacción del propulacho sea tan grande que le haga apostar por un individuo que no ha sido probado en la práctica". Esos empresarios acusan a Obama de haberles declarado la guerra. Lo que no deja de ser curioso en un país cuyas empresas tienen 1,2 billones de euros en el extranjero y no los repatrian ni los invierten ni los dan como dividendos porque tendrían que pagar un 30% de impuestos. Pero hay frases de Obama que les han indignado. Como cuando el presidente de EEUU les dijo "ustedes no han construido eso", en referencia a, por ejemplo, las infraestructuras. Obama, sin embargo, tenía razón. El 'fracking' -la técnica de extracción del petróleo y del gas natural que está cambiando el mercado energético mundial- nació con ayudas del Gobierno. Internet nació en el Departamento de Defensa. Las autopistas interestatales de EEUU fueron creadas por Eisenhower en los años 50, con el objetivo de, entre otras cosas, tener un sistema de transporte rápido que permitiera una gran movilización general en caso de una guerra con la Unión Soviética. Las grandes universidades de Estados Unidos nacieron en el siglo XIX gracias a leyes que les daban un favorable tratamiento fiscal. La industria del petróleo paga pocos impuestos. La famosa clase media de EEUU (en torno al 94% de los estadounidenses consideran que pertenecen a la clase media, aunque eso es estadísticamente imposible) surgió en gran medida de la G.I. Bill, una ley que permitía el acceso a la Universidad de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Si liquidamos el Estado, deberíamos liquidar los semáforos y los pasos de cebra porque son una forma de regulación. Pero todos sabemos que ésa no es la solución. La experiencia de Wall Street en 2008 y de 'Sandy' en 2012 ha vuelto a dejar claro que el Leviatán es necesario.

Fuente de la Noticias: Noticias de España

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